La historia es importante, pues no se puede llegar a comprender los hechos más recientes en cualquier campo del conocimiento si no consideramos la historia. ¿Cómo?, como una herramienta que nos permita realizar un seguimiento de las maneras en que se han ido produciendo esos acontecimientos de forma progresiva. Como escribió Durkheim (1858-1917) en su obra Les formes élémentaires de la vie religieuse:
«La historia es, en efecto, el
único método de análisis explicativo que es posible aplicar. Sólo
ella nos permite descomponer una institución en sus elementos
constitutivos, pues los muestra naciendo en el tiempo unos después
de otros. Por otra parte, situando cada uno de ellos en el conjunto
de circunstancias en que ha nacido, pone a nuestro alcance el único
medio que tenemos para determinar las causas que lo han provocado.
Siempre que se intenta explicar un asunto humano tomado en un
momento determinado del tiempo -ya se trate de una creencia
religiosa, de una norma moral, de un precepto jurídico, de una
técnica estética, de un régimen económico-, es preciso comenzar por
remontarse hasta su forma más primitiva y más primitiva y más
simple, buscar la enumeración de los caracteres por los que se
define en este período de su existencia, y luego mostrar cómo, poco
a poco, se ha desarrollado y complicado, cómo ha llegado hasta lo
que es en el momento a considerar.»
Hace ya del orden de 4000 años (2000 a.n.e.) que los humanos
descubrimos una primera forma de resolver el problema del cálculo
matemático, de poder contar lo que veíamos alrededor, mediante el
ábaco. Simultáneamente, la aritmética se iba desarrollando. La
historia de ambas técnicas, o herramientas, es la propia historia
de la informática.
Cualquier persona es productora de información desde el preciso
momento en que aprende a leer, a escribir, principalmente esto
último ya que un documento no es otra cosa que la escritura, o
cualquier otra forma de expresión, de un determinado conocimiento
que queda reflejado sobre un soporte. Desde esta perspectiva las
pinturas rupestres de nuestros ancestros son información, es decir,
todo aquello que se fija de alguna manera en un soporte para ser
consultado posteriormente, debemos considerarlo información.
El ser humano desde épocas remotas ha necesitado medios para
efectuar cálculos y procesar la información. Su complejidad se ha
ido acrecentando con el tiempo, conforme surgían nuevas
necesidades, y ha estado subordinada al progreso de la tecnología.
La solución que se piensa en principio a este problema es sencilla,
contar con los dedos de las manos. A este sistema primigenio de
contar objetos se le denomina sistema quinario (cinco elementos),
siendo el origen del sistema decimal de numeración. Pero los
humanos solo tenemos 10 dedos, por lo que pasar de esta magnitud
debió dar lugar a dificultades para nuestros antepasados.
Posteriormente surgieron los instrumentos aritméticos, como el
ábaco, desde los cuales se ha llegado a las calculadoras y
ordenadores actuales.
Es difícil determinar el punto de inicio para una síntesis histórica de la informática, por cuanto son muchos los trabajos y descubrimientos que trajeron como consecuencia la construcción de los primeros ordenadores. Desde tiempo inmemorial la humanidad se ha valido de instrumentos para realizar cálculos y para almacenar y procesar información. El hombre primitivo usó piedrecillas para representar números y hacer sumas sencillas. 500 años a.n.e., surgió el ábaco inventado y reinventado por culturas distintas en el espacio y en el tiempo, como los aztecas y los sumerios. El ábaco ruso es decimal, dispone de diez anillos de madera en cada columna. En el chino el tablero está dividido en dos zonas, "cielo" y "tierra", con dos y cinco bolas respectivamente. En la página Molecular Expressions se muestra un ábaco en el que es posible simular operaciones reales.
EL ÁBACO
Considerado como el instrumento más
antiguo de cálculo, adaptado y apreciado en diversas culturas. Su
origen está literalmente perdido en el tiempo. En épocas muy
tempranas el hombre primitivo encontró materiales para idear
instrumentos de contar. Es probable que su inicio fuera una
superficie plana y piedras que se movían sobre líneas dibujadas con
polvo. Hoy en día se tiende a pensar que el origen del ábaco se
encuentra en China, donde aún se usa este instrumento, igual que en
Japón.
La palabra ábaco es latina y tiene sus orígenes del griego
abax o abakon, que significa "superficie plana" o
"tabla", es posible que se ha originado de la palabra semítica
abaqque significa "polvo". Otros nombres son: del ábaco
Chino es suan pan, el Japonés essoroban, en Corea
tschu pan, en Vietnam ban tuan o ban
tien, en Rusia schoty, Turquíacoulba y
Armenia choreb.
Debido a que gran parte de la aritmética se realizaba en el ábaco,
el término ábaco ha pasado a ser sinónimo de aritmética, y
encontramos tal denominación en Leonardo de Pisa Fibbonacci
(1170-1250) en su libro Liber Abaci publicado en 1202, que
trata del uso de los números indo-arábigos.
Muchas culturas han usado el ábaco o el tablero de cuentas, aunque
en las culturas europeas desapareció al disponerse de otros métodos
para hacer cálculos, hasta tal punto que fue imposible encontrar
rastro de su técnica de uso. Las evidencias del uso del ábaco son
comentarios de los antiguos escritores griegos. Por ejemplo,
Demóstenes (384-322) escribió la necesidad del uso de piedras para
realizar cálculos difíciles de realizar en la cabeza. Y los métodos
de cálculo encontrados en los comentarios de Herodoto (484-425),
hablando de los egipcios decía: "Los Egipcios mueven su mano de
derecha a izquierda en los cálculos, mientras los Griegos lo hacen
de izquierda a derecha".
Algunas de la evidencias físicas de la existencia del ábaco se
encontraron en épocas antiguas de los Griegos por las excavaciones
arqueológicas. En 1851, se encontró una gran ánfora de 120 cm de
alto, se denominó como "Vaso de Darío" y entre los dibujos tiene
una figura que representa un contador que realiza los cálculos. La
segunda muestra arqueológica es un auténtico tablero de cuentas
encontrado en 1846 en la isla de Salamis, el tablero de Salamis
probablemente usado en Babilonia 300 a.n.e., es una gran pieza de
mármol de 149 cm. de largo por 75 cm. de ancho, con inscripciones
que se refieren a ciertos tipos de monedas de la época, este
tablero esta dividido en dos partes.
Se sabe que los Romanos empleaban su ábaco con piedra caliza o
mármol, para las cuentas a las que denominaron calculi esta palabra
es la raíz de la palabra cálculo". En el siglo XIII se estandarizó
una mesa de ábaco en Europa, consistiendo en una mesa cubierta de
paño en la que se dibujaban unas líneas con tiza o tinta.
Existieron dos intentos por reemplazar la mesa de ábaco por otros
más modernos. El primero fue ideado por el filósofo romano
Boethuis, quien escribió un libro sobre geometría dedicando un
capítulo al uso del ábaco, describió como en lugar de emplear
cuentas se podía representar el número con sólo una cuenta que
tuviese los dígitos del uno al nueve marcados. El segundo intento
fue realizado por el monje Gerbert de Avrillac (945-1003), quien
fue papa con el nombre de Silvestre II. Tomó ideas del libro de
Boethius, y describió el uso de una nueva forma de ábaco en el año
1000. Ninguno de estos dos ábacos fueron populares.
La mesa de ábaco fue usada extensamente en Bretaña, al igual esta
fue abandonada por la mayoría de la gente. El libro The Grounf
of Artes escrito por Robert Recorde (1510-1558) en 1542,
claramente muestra el método de aritmética con la mesa de
ábaco.
Conforme los numerales indo-arábigos aparecieron en Europa el uso
de la mesa de ábaco desapareció por completo, cuando los soldados
de Napoleón invadieron Rusia en 1812, trajeron ábacos como trofeos
o recuerdos del país.
En otras partes del mundo, se encuentra en China la primera
evidencia del inicio del ábaco chino que se descubrió, fueron
cuentas de cerámica hechas en el occidente de la Dinastía Zhoul con
más de 3000 años. Respecto a los materiales históricos a mano, el
libro que registra el comienzo del cálculo con un ábaco se llama
Crónica Aritmética escrito por Xu Yue en el oriente de la Dinastía
Han, hace 2000 años. Éste indica que el ábaco tenía una cuenta en
la parte superior y cuatro en la inferior. Los ábacos modernos
existieron en la Dinastía Song (960-1279) lo que puede ser
verificado por alguna evidencia, por ejemplo, en una pintura de
Wang Xhenpeng's, muestra el uso extenso entre la gente del sur de
la Dinastía Song.
Durante la Dinastía (mongol) Yuan (1279-1368) los ábacos tuvieron
una etapa donde se fueron popularizando paulatinamente en todo el
país, posteriormente entró en la etapa en la que su empleo ya era
algo común a mediados de la Dinastía Ming (1368-1644) y la técnica
de uso pasó a ser un sistema algorítmico completo. Un libro escrito
por Wu Ching-Hsin-Min en 1450, tiene descripciones acerca de el
ábaco, así como una gran número de libros publicados a finales de
la Dinastía Ming, que aseguran el hecho que el ábaco entró en el
uso popular. Existen dos trabajos representativos en el cálculo del
ábaco en la Dinastía Ming. Uno fue Wang Wensu's Principios
matemáticos, en 1524, y el otro es Cheng Dawei's reglas generales
del método de conteo, en 1592, los cuales plantearon un mayor papel
en extender el uso del ábaco. Durante el período de la Dinastía
Ming, el ábaco chino se propagó hacia Corea en el 1400 y en Japón
en el 1600, así como al sureste de Asia.
Durante la Dinastía Ming había un solo tipo de ábaco en China, con
una cuenta en la parte superior y cinco en la parte inferior, fue
encontrado en la tumba de Lu Weizhen (1543-1610). Después de la
Dinastía Qing (1644-1912), el ábaco contó con dos cuentas en la
parte superior y cinco en la parte inferior, fue extensamente usado
como actualmente ha sido, mientras que el ábaco japonés se diseñó
empleando una cuenta en la parte superior (cielo) y cuatro en la
inferior (tierra).
A finales de la edad media los mongoles propagaron el uso del ábaco
en Rusia, que provenía de los chinos y los tártaros. Un hecho muy
importante del uso y la potencia del ábaco fue que el 12 de
Noviembre de 1946, una competencia, entre el japonés Kiyoshi
Matsuzaki del Ministerio Japonés de comunicaciones utilizando un
ábaco japonés y el americano Thomas Nathan Wood de la armada de
ocupación de los EE.UU. con una calculadora electromecánica, fue
llevada a cabo en Tokyo, bajo patrocinio del periódico del ejército
americano ( U.S. Army), Stars and Stripes.
Matsuzaki utilizando el ábaco japonés resultó vencedor en cuatro de
las cinco pruebas, perdiendo en la prueba con operaciones de
multiplicación.
El 13 de Noviembre de 1996, los científicos Maria Teresa Cuberes,
James K. Gimzewski, y Reto R. Schlittler del laboratorio de la
división de investigación de IBM de Suiza, construyeron un ábaco
que utiliza como cuentas moléculas cuyo tamaño es inferior a la
millonésima parte del milímetro. El "dedo" que mueve las cuentas
moleculares es similar a una aguja cónica que en su extremo más
puntiagudo alberga un átomo.
Artículo escrito por Manuel Bernal
Leonardo
da Vinci (1452-1519) diseñó una máquina de cálculo que no pudo
desarrollar y de la que se tiene conocimiento gracias a unos planos
que dejó. Lo que hizo fue mecanizar el ábaco reemplazando las
varillas con bolas por ruedas dentadas. En 1987 se construyó la
máquina siguiendo el diseño de Leonardo y el resultado fue un
dispositivo que tenía siete ruedas en su interior, que se movían
mediante un dispositivo de arrastre en cadena. Sin saberlo, aunque
persiguiendo la misma finalidad, empleó la criptografía como una
manera de proteger los datos de sus investigaciones, apuntaba sus
notas con claves secretas, protegidas por escritura inversa. Antes
de aparecer las calculadoras surgieron otros dispositivos de entre
los que cabe comentar dos, en los que el matemático escocés John
Neper (1550-1617) tuvo un papel destacado. Es conocido por la
invención de los logaritmos en 1614, que dieron origen a la regla
de cálculo, cuya paternidad es tema de controversia, no obstante el
primero en usarla, en 1621, fue el sacerdote inglés William
Oughtred (1575-1660). En 1617 Neper dio a conocer un instrumento
sencillo para realizar multiplicaciones basándose en sumas, llamado
rodillos de Neper, idea que aparecía varios siglos antes en libros
árabes.
A mediados del siglo XVI se
encuentra la descripción de una máquina que podía determinar de
forma mecánica los senos y cosenos de los ángulos, que se llamó
nonio y que se debe a Pedro Núñez, podía medir los ángulos
pequeños, aunque como era habitual en aquella época como ya iremos
viendo, la máquina era de construcción muy compleja y tuvo escaso
éxito, por lo que fue sustituida por un dispositivo más pequeño
llamado vernier, inventado en 1631.
La necesidad de calcular sin errores dio lugar a la calculadora, la
mecánica es una especie de ábaco, pero con ruedas dentadas en lugar
de varillas y bolas, dotada de un mecanismo para el transporte de
las unidades que se lleven, de una posición digital a la siguiente
más significativa.
Hasta hace pocas décadas se creía que el filósofo francés Blas
Pascal (1623-1662) había sido el creador de la calculadora. Pascal
diseñó su Machina arithmetica, posteriormente denominada
Pascalina, a la edad de 19 años, para que su padre que era
recaudador de impuestos tuviera tiempo libre para jugar con él a
la paume.
Fuente: AdictosAlTrabajo
En 1935 el historiador Franz Hammer, revisando la correspondencia
del astrónomo Johannes Kepler descubrió que el alemán Whilem
Schickard (1592-1635) había inventado una calculadora que era una
combinación de los rodillos de Neper con una sumadora-restadora
similar a la de Pascal, obviamente no sólo era superior a la
pascalina, sino que se construyó el año en que nació Pascal.
En 1671, el filósofo y matemático
alemán Gottfried Leibniz (1646-1716), inventor junto con Isaac
Newton del cálculo infinitesimal, aunque de forma independiente,
diseñó otro dispositivo. Fue denominada calculadora universal, su
elemento característico era un tambor cilíndrico con nueve dientes
de longitud variable, llamado rueda escalonada, que se encuentra en
prácticamente todas las calculadoras mecánicas posteriores, incluso
las del siglo XX. Las técnicas de producción tan poco eficientes de
aquella época, impidieron que el invento de Leibniz se fabricara
masivamente. Se llegaron a construir 1500 unidades, pero hubo que
esperar hasta 1820 para que el francés Charles Thomas de Colmar
(1785-1870), director de una aseguradora, diseñara un modelo capaz
de ser producido a bajo coste y a escala industrial, el conocido
como aritmómetro de Colmar, cuya producción fue masiva para aquella
época.
En 1872 el estadounidense Frank
Baldwin (1838-1925) construyó una calculadora la que años más tarde
le añadió la denominada rueda Odhner. Esta fue la antecesora de la
clásica calculadora de sobremesa, con manecilla lateral, difundida
universalmente desde 1910 y que todavía se encuentra en rastros,
fabricadas por la empresa Monroe. De ella deriva la popular caja
registradora inventada en 1879 por James Ritty (1837-1918), y
patentada en 1883, comercializada bajo la marca National y una
sumadora provista de impresora inventada por William Borroughs
(1855-1898) en 1884, fundador de la empresa que llevó su
apellido.
En 1878 el periodista y escritor gallego, afincado en EE.UU., Ramón
Verea García (1833-1899) patentó en Nueva York una calculadora por
la que se le otorgó la medalla de oro de la exposición de Matanzas
(Cuba). Aseguraba que no había fabricado la máquina para patentarla
y venderla, sino para demostrar que era posible que un español
pudiera inventar tan bien como un norteamericano. A partir de
entonces sólo se dedicó al periodismo, combatiendo la política de
colonialismo de EE.UU., por lo que tuvo que exiliarse en Guatemala
y posteriormente en Argentina.
Hasta aquí los desarrollos que se
han visto pertenecen al ámbito de las calculadoras, que no son
dispositivos automáticos, lo cual implica que requieren la acción
constante de un operador, que es un obstáculo para la velocidad y
fiabilidad de los resultados. Seguidamente se consideran los
dispositivos automáticos, precursores de los ordenadores
actuales.
En 1812 el matemático inglés Charles Babbage (1792-1871), habiendo
constatado que las tablas trigonométricas estaban plagadas de
errores al haber sido calculadas a mano, concibió la denominada
máquina de diferencias, un instrumento mecánico para calcular e
imprimir tablas de funciones. En realidad se trataba de una máquina
que calculaba el valor numérico de una función polinómica sobre una
progresión aritmética, pues las funciones se pueden aproximar por
polinomios.
Tras una serie de fracasos, en 1832 Babbage desarrolló el proyecto
de la máquina analítica. Se trataba de un ordenador mecánico de
propósito general, preparado para realizar cualquier tipo de
cálculo mediante un programa adecuado. Sus elementos fundamentales
serían: una memoria para 1000 números de 50 cifras, una unidad
aritmético lógica para los cálculos, una unidad de control para que
las operaciones se realizasen en el orden correcto, lectoras de
fichas perforadas (que ya se usaban desde hace un siglo en los
telares) para la entrada de datos y una impresora para la salida de
resultados.
Una amiga y colaboradora, la
señorita Ada Augusta Byron (1815-1852), condesa de Lovelace,
publicó una serie de programas para resolver ecuaciones
trascendentes e integrales definidas, con la máquina analítica. En
dichos programas se hacía uso de bifurcaciones, hacia delante y
atrás y de bucles. Fue la primera programadora de la historia, por
eso el departamento de Defensa de EE.UU. denominó ADA al lenguaje
de programación oficial en sus dependencias.
Es sorprendente que a alguien se le ocurriera diseñar un ordenador
hace más de un siglo y medio. Aunque nunca se llegó a construir
esta máquina por falta de precisión en algunas piezas. Babbage
tenía manía a los organilleros, y al morir los periódicos
londinenses destacaron ese detalle.
Fue Lord Kelvin, Sir William Thomson Kelvin (1829-1907), el primero
que diseñó una máquina para resolver ecuaciones diferenciales,
modelo que fue adaptado por L. Wainwright en 1923.
El origen del procesamiento automático de la información, se
remonta al año 1896 cuando un estadounidense de origen alemán,
Herman Hollerith (1860-1929) fundó una empresa que posteriormente
daría lugar a IBM.
Entre los sucesores de Babbage, destaca el ingeniero santanderino
Leonardo Torres Quevedo (1852-1936). Logró renombre universal
gracias a sus inventos. Construyó transbordadores (uno en las
cataratas del Niágara), un aparato teledirigido por ondas de radio,
un globo dirigido y semirrígido, usado por franceses e ingleses
durante la Primera Guerra Mundial y un sinfín de máquinas para
cálculo científico. De estos destacan los aritmómetros en los que
introdujo la aritmética de punto flotante, eran máquinas de cálculo
matemático sobre la base de relés, y dotadas de memoria, que se
gobernaban a distancia mediante una máquina de escribir, la cual
servía para entrar operandos, operaciones y para obtener los
resultados. Asimismo realizó estudios sobre los hoy denominados
robots, y sus aplicaciones en la industria, por lo cual no sólo es
considerado un precursor de la informática sino también de la
cibernética; como ejemplo práctico construyó una máquina de jugar
al ajedrez, un autómata capaz de dar mate de rey y torre contra rey
y que reaccionaba ante las jugadas no reglamentarias del
contrario.
En los años 1920 tuvo en sus manos
dar a España la primacía en la informática, si no sucedió fue
porque en aquella época no hacía falta. La necesidad de un
ordenador surgió con la Segunda Guerra Mundial, por lo que se
construyeron los primeros ordenadores basándose en los trabajos de
Babbage y de Torres Quevedo.
También hay que mencionar otras aportaciones a la informática, como
la de Vannever Busch que aplicó el sistema asociativo de ideas de
nuestro pensamiento a una máquina, surgiendo de esta forma el
Memory Extended System, aunque no llegó a construirlo,
algo bastante frecuente si echamos una ojeada a la historia de la
informática. Diseñado en 1930, se puede considerar como el primer
analizador diferencial. Doce años más tarde le incorporó un
programa de cálculo.