Entre las opciones que manejan los científicos, los ordenadores cuánticos, sugeridos como una posibilidad teórica por Richard Feynman, Nobel de Física, es la que cuenta con más posibilidades de hacerse realidad a medio plazo. Se han desarrollado programas específicos para estos ordenadores que permitirán, por ejemplo, buscar información en una base de datos, solo que en vez de indagar verificando uno por uno todos los elementos de la base como en un ordenador convencional, un ordenador cuántico los comprobaría todos a la vez.
Los ordenadores cuánticos almacenan
la información en forma de qubits (cubits), que son estados
cuánticos que representan unos y ceros En un ordenador cuántico el
cero y el uno podrían corresponder al estado del espín de un átomo
o un electrón. Lo diferente es que el átomo puede encontrarse en
una superposición de ambos estados, es decir, se encuentra en
situación 0 y 1 a la vez. Esta propiedad permite realizar varias
operaciones en paralelo, lo que incrementa enormemente la capacidad
de cálculo para resolver algoritmos de forma mucho más rápida. Se
estima que un ordenador cuántico de 30 qubits equivaldría a un
procesador convencional de 10 teraflops (10 millones de millones de
operaciones elementales por segundo), cuando las equipos actuales
trabajan en magnitudes de gigaflops (miles de millones de
operaciones por segundo).
La empresa canadiense D-Wave (fundada por el físico canadiense
Geordie Rose) ha dado lugar a una polémica, al comercializar desde
2007 ordenadores anunciados como cuánticos, uno de ellos adquirido
por Google y la NASA. Sin embargo las evidencias indican que no se
tratan de ordenadores cuánticos en el sentido habitual de la
física. Consiste en un ordenador montado a base de conectar 512
qubits (bits cuánticos) superconductores. Para ser un ordenador
cuántico además debería demostrar que durante su operación estos
qubits están entrelazados entre sí; si no lo están, estos qubits se
comportan como bits probabilísticos y es un ordenador clásico no
determinista sin paralelismo cuántico. Más aún, ni siquiera es un
ordenador de propósito general, capaz de ejecutar un algoritmo no
determinista arbitrario; se trata de un ordenador de propósito
específico que ejecuta un único algoritmo, el recocido cuántico, la
versión con qubits del recocido simulado.
Otra posibilidad son los ordenadores ópticos, se
basan en que cambian los electrones de las señales eléctricas por
los fotones de la luz. Éstos últimos serían la unidad básica para
enviar datos y sus propiedades harían que los equipos dieran un
salto considerable en lo que se refiere a rendimiento. Por el
momento sólo se ha experimentado con algunos prototipos, pero
ninguno ha salido del laboratorio. En 2009, investigadores de la
Universidad de Bristol ya anunciaron la puesta en marcha de un
sistema óptico. Un chip que utilizaba partículas de luz para hacer
cálculos sencillos. El ejemplo que ofrecieron los creadores fue una
simple multiplicación, de 3×5. El dispositivo fue capaz de dar la
respuesta 15. "Esta tarea puede ser llevada a cabo mucho más rápido
por cualquier escolar", comentó uno de los impulsores del
experimento, "pero esto es realmente una importante demostración
que prueba un principio", añadió. Es una de las muestras más
primitivas de la investigación sobre computación basada en
fotones.
Otra alternativa a la electrónica digital es la
espintrónica. Un electrón se caracteriza por tres
propiedades, carga, masa y espín; de las que la electrónica solo
utiliza la carga y la masa. La espintrónica opera con las
propiedades de espín de un electrón, en lugar o en adición con las
propiedades dependientes de la carga.
Algunos de los posibles usos de la espintrónica son: memorias
magnetorresistivas de acceso aleatorio, transistores de espín,
escáneres en medicina (por ejemplo para detectar células
cancerosas) e incluso en ordenadores cuánticos.
La alternativa más reciente consiste en la creación de una
corriente mediante la caracterización del efecto de muchos cuerpos
en el transporte de los átomos (del tipo conocido como "bosónicos
ultrafríos") a lo largo de una red periódica, conocida como
atomtrónica. Los innovaciones más recientes se
debe a Anton Ivanov y sus colaboradores del Instituto de Física
Teórica de la Universidad de Heidelberg, Alemania.